Escocismo de Bolivia

octubre 22, 2018

EN BÚSQUEDA DEL SANTO GRIAL

¡Salve al Rey! Tú que practicas y siembras las más ardientes virtudes y la moral más completa. Tú que calmas las angustias, y socorres la miseria, tú que la orfandad combates con amor, tú que la verdad enseñas. ¡No dejes de buscar tu Sagrada Esencia y encontrarás el tesoro más precioso del Universo!…

Poema sobre las Leyendas Arturianas de Elías Múgica y García

INTRODUCCIÓN

A manera introductoria, la forma en que desarrollo este trabajo es de particular relevancia, en dos importantes sentidos: por una parte, basar su contenido (de manera estricta) en la Liturgia del IVto Grado, respetando la esencia de su enseñanza, acoplando las leyendas artúricas del siglo VI en la búsqueda del más preciado tesoro de todos los tiempos: el Cáliz Sagrado o el Santo Grial; y por otra demostrar la belleza del trasfondo que tiene la búsqueda de este sacro objeto, para enriquecer el conocimiento que nos proporciona el Grado de Maestro Secreto.

Considerando siempre, que es una interpretación propia y no refleja, para nada, una postulación de una nueva doctrina y/o corriente filosófica; más al contrario, es un nuevo enfoque de la misma enseñanza de nuestro ritual.

Los diálogos y tramas históricas que están contenidas en esta Balaustrada, son propias del autor, con el fin último de vestir con otro ropaje la filosofía del Cuarto Grado.

DESARROLLO

Tras doce largos y hermosos años de paz; una tibia tarde de abril del año 525, en el Castillo de Camelot, la honrosa corte de los Caballeros de la Orden de la Mesa Redonda cuentan las increíbles historias de la incansable búsqueda del Santo Grial; comandado por el Rey Arturo, junto con sus mejores y más valientes guerreros: Lanzarote, Perceval, Gawain, y otros.

Sabían ellos que el Cáliz Sagrado, a más de su historia vinculada a la pasión y muerte del Maestro Jesús; era un símbolo que contenía las más profundas enseñanzas y misterios de la vida y la verdadera verdad.

Es por eso que la búsqueda de aquella copa, es la búsqueda de esas enseñanzas tan profundas y espirituales.

No saciaban su anhelo de encontrar el Santo Grial, cruzaban valles, subían montes, se introducían en bosques tenebrosos, lidiaban a muerte contra duendes y dragones y seguían su camino sin encontrarlo. Merlín (el mago), decide sumarse a la búsqueda infructuosa.

Quien encontrara el objeto sagrado, debía ser un guerrero de valía demostrada, honrado en sus caminos y sabio en su andar; sano en sus pensamientos y prudente en sus palabras.

¡Cuánta exigencia! Exclamaron los Caballeros, ¡He aquí que somos hombres probos, delicados y esforzados en nuestras tareas! Llamados al arduo trabajo y a la lucha constante, maestros en el arte de la guerra; ¿Y nosotros inmerecedores de poseer el Cáliz Sagrado?

Más Merlín contestó: Hombres vanos, vosotros fijáis los ojos en la verdad aparente; más la verdadera verdad no está en vuestro esfuerzo físico, ni en el choque de armas, ni en el bullicio de las batallas. El mundo físico no da a conocer el mundo moral.

La búsqueda del Santo Grial es una búsqueda silenciosa, no es la búsqueda de un objeto histórico, sino es la búsqueda individual interna del manantial secreto de la Luz revelada del Conocimiento; es encontrar los fundamentos de Libertad y Justicia, basada en virtudes morales.

¡Nobles Caballeros de la Orden de la Mesa Redonda! Buscáis el Santo Grial en la obscuridad de los bosques, luchando inefablemente contra bestias que no son más que sofismas; vosotros que tenéis extraviada de la razón y la intuición mal dirigida; aprended lo que guarda lo íntimo de vuestro corazón, la belleza incomparable de vuestro universo; conoced la fuerza que envuelve los pensamientos más altos de vuestra conciencia y ejercitad la sabiduría que yace en cada fibra de vuestro mismo ser.

Uno solo.

Uno de todo el Ejército de Cámelot asimiló y comprendió las palabras vertidas por el Mago Merlín; fue el capitán de Guardia Sir Perceval quien detuvo sus pensamientos ante la profunda reflexión que su corazón se sumía.

¡Guerrero de las batallas más duras!, ¡Señor de los corceles más adiestrados y amo de las cabalgaduras más hidalgas! He lidiado contra los dragones de la noche, en los bosques más tenebrosos; en la búsqueda de aquel Cáliz Sagrado, cuyo poder y magia me ha embelesado; pero fatal y lamentable estado de ser aún neófito y juguete de los engañosos sofismas, he entendido que ahora de dónde vengo, quien soy y a donde voy.

Perdido entre la rectitud de mis acciones y en la justicia de mis actos; en la búsqueda de la luz que me conduzca al camino a la verdad, al manantial secreto de la verdad y de la vida.

¡Coartado! de abrir mi Conciencia; fundamento de mi entendimiento, mi sincera responsabilidad, el discernimiento y mi buen juicio. Cuando descubra esto beberé aguas de inimaginable frescura que saciarán la intensa sed que mi alma clama por hacer morir en mí la ignorancia, la ambición y mi egoísmo.

Esa fue la reacción del guerrero, sabiendo que su misma esencia estaba conmovida.

Sir Perceval entendió por fin que la Búsqueda del Santo Grial no estaba en este mundo; sino, su incansable afán estaba en otro. En el Universo Interno, en su propio Ser Real, búsqueda que debería cesar ser en el silencio y en el aislamiento de su íntima realidad.

La Búsqueda del Santo Grial, es la búsqueda de la sublime verdad, del Bien; la finalidad y término de todas las aspiraciones humanas y la legítima satisfacción de todo deseo.

Entre todos los Caballeros de la Orden de la Mesa Redonda, comandada por el Rey Arturo de Bretaña, ¡uno solo! pudo mirar en su interior. Tan solo Sir Perseval halló la riqueza se su esencia, junto al manantial perenne e inagotable de la Vida; para que así florezca una progresiva revelación hacia el Resplandor Eterno.

CONCLUSIÓN

Remembrar las grandes hazañas de los valientes Caballeros de la Mesa Redonda, embarcados en la búsqueda del Santo Grial, encierra una emocionante y a la vez romántica saga de poseer un trascendental tesoro.

No obstante este fascinante y airoso paisaje, debo también considerar el profundo proceso alquímico de transformación del pensamiento de solo uno de los Caballeros de Camelot (Sir Lancelote); quien en nuestra historia cesa el tumultuoso ruido de su mundanal vida para prepararse en la búsqueda de su propio Grial.

No puedo dejar de resaltar que solo Sir Lancelote tuvo el privilegio de despertar su conciencia y mirar dentro suyo la grandeza de su naturaleza; personalmente puedo concluir que aquí se cumple lo que declara la Biblia: “Muchos los llamados, pocos los escogidos”. No todos gozan de ese despertar, ese descubrir, ese encuentro con nuestra propia humanidad.

Es el hidalgo Caballero quien logra reconocer la belleza de la Naturaleza que habita en cada uno de nosotros. Aquella q habla a la inteligencia, ésta a la razón y ambas al sentimiento, lo que hace que se rinda a la búsqueda de las leyes eternas.

En mi opinión y por consiguiente la conclusión final de esta Balaustrada, puedo conseguir esta comparación: El Corazón Embalsamado del Maestro Hiram es el Sagrado Cáliz, del cual brota como manantial de aguas eternas el suave pero eficaz cultivo de la Conciencia, para revelar los principios de Justicia y Bien. Es este Grial Sagrado el que también destruye y derriba los vicios y sofismas del mundo material.

Los trabajos del IV Grado tienen por objetivo central demostrar que es la Conciencia Humana la que nos conduce por las sendas del bien, es la que nos enseña a discernir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto. Al crear esta breve historia ambientada en las Leyendas del Rey Arturo y algunos de sus principales personajes, he demostrado un nuevo enfoque sobre las enseñanzas del Grado del Maestro Secreto, con el único fin de conseguir la guía para nuestro cabal conocimiento.

M.∙.M.∙. ROBERTO DEHEZA RIVERA – IV° MAESTRO SECRETO
R.∙. L.∙. P.∙. CÓNDOR N° 4

BIBLIOGRAFÍA

De Cuenca, Luis Alberto. LOS CABALLEROS DE LA TABLA REDONDA.

Carrillo, Emilio. CRÓNICAS DE AVALÓN

Lavagnini, Aldo. MANUAL DEL MAESTRO.

Cassard, Andrade. EL MAESTRO SECRETO.

Adoum, Jorge. EL MAESTRO SECRETO Y SUS MISTERIOS.

Supremo Consejo. LITURGIA DEL GRADO IV.

IVº