Introducción
El siglo de las luces es el período que se define entre las dos revoluciones europeas, la inglesa, de 1688 y la francesa, en 1789. El momento se define por la conciencia de un nuevo tiempo en que la razón y la ciencia iluminan a la humanidad. El origen del Iluminismo puede ubicarse con certeza en Inglaterra, luego se extenderá por el territorio europeo gracias a grandes pensadores franceses.
Así, el siglo XVIII es denominado como el Siglo de la Ilustración, La Edad de las Luces, se identificó a la enorme confianza en la explicación científica que caracteriza a los miembros de las comunidades científicas de la época y al público ilustrado en general; así como también por la vastedad de aspiraciones y las enormes expectativas que se volcaron en esta centuria, en torno a la ciencia y a los que la profesaban.
Desarrollo
Desde el punto de vista del desarrollo científico, se alcanzaron extraordinarios progresos en cuanto a la comprensión y dominio de campos como: electricidad, magnetismo, mecánica, fisiología, química, taxonomía, geología, botánica, calorimetría, matemática y tecnología industrial, entre lo más destacado. El Siglo de la Ilustración, es justamente el momento histórico en que la antigua filosofía del siglo precedente, denominada “filosofía natural” o “filosofía experimental”, da paso a una etapa de desmembramiento del saber.
La pasión del hombre ilustrado se desborda de curiosidad intelectual por todos los caminos del conocimiento, aunque sus focos de mayor interés, parecen ser el dinamismo socio-político, su preocupación por la naturaleza y el desarrollo tecnológico. Por eso, justamente, no resulta extraño que en este siglo principie la Revolución Industrial. Pero además, los campos en los cuales aparecen y se difunden nuevas ideas sobre el hombre y su condición de ser social, son: educación, filosofía, política, ética, historia, y ciencias de la vida
Sus cultores se sienten participando de la búsqueda de nuevos caminos para la obtención de la armonía social. La elite intelectual ilustrada, estaba plenamente convencida de que sus tesis apuntaban a la filantropía y a la difusión del conocimiento y que por tanto, todo era cuestión de atreverse a saber. Así, estaban convencidos que con una instrucción apropiada, las lacras sociales podían ser modificadas y que podían cambiar la naturaleza de los seres humanos,
Los filósofos y enciclopedistas del período, ayudan a expandir las luces del saber al mayor número de seres humanos, y aspiran además, a alcanzar una comprensión más integral sobre el comportamiento humano y sobre la interacción social y política
En el Siglo de la Ilustración ningún contenido cognoscitivo gozaba de certidumbre. Todo se consideraba como un referente válido para la duda sistemática y como un objeto digno de estudio. Pareciera que el mundo de las ideas consagradas y el ámbito de las instituciones existentes, deberían rehacerse a cada instante y dar paso a la fuerza cada vez más audaz de la razón. Es el ansia del saber y la búsqueda de nuevos caminos.
El espíritu crítico y la exagerada confianza en la razón, son las notas coincidentes de este período. Lo primero, porque los distintos autores desarrollan una actitud de cuestionamiento del orden existente, así como también un enjuiciamiento frente a la situación social, política y moral imperante. Lo segundo y último, porque el sujeto ilustrado centra su reflexión en el hombre y en la inteligencia del mismo, como medio para solucionar todos los problemas de orden económico, social o normativo.
Es en este ambiente intelectual donde abundan políticos, burguesía, aristocracia, científicos, profesionales, ensayistas, amantes de las sociedades secretas, francmasones, estudiosos de las ciencias humanas en general. He aquí el campo donde se gesta el movimiento denominado Iluminismo, que da el sello característico a la centuria. El iluminismo es un movimiento cultural de vastas proporciones que pretende aclarar o ilustrar con la sola ayuda de la razón, los fundamentos del conocimiento, de las costumbres sociales, y en general, de todas las leyes de la interacción humana. Estos son los ejes teóricos que dan paso a la Revolución Francesa. El siglo del iluminismo muestra una acción preponderante en: política, educación, historiografía, literatura y ciencias humanas.
Dentro de este vasto campo de nuevas inquietudes y reorientaciones sobre el desempeño del hombre en la sociedad, aparecen con fuerza las ideas de la francmasonería, fusionadas con las ideas libertarias de la Revolución Francesa, por una parte, y por otra, casi en alianza con los postulados humanistas de los grandes pensadores del período: Voltaire, Rousseau, Diderot, Montesquieu, D’Alambert y otros
«El trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad». Voltaire (1604 – 1778). Escritor y filósofo francés.
Su nombre es François Marie Arouet, adopto el seudónimo de Voltaire (anagrama de árouet le Jeune o del lugar de origen de su padre, Air-vault). Entre sus oficios ejerció de: agricultor, arquitecto, relojero, e industrial. Difusor de ideas liberales, llevó una vida agitada como intelectual perseguido. Enemigo de Jesuitas,superstición e hipocresía religiosa. Consiguió introducirse en la alta nobleza como literato de la corte. Escribe Historia de Carlos XII, obra en la que esboza los problemas y tópicos que, más tarde, aparecerán plenamente madurados en su famosa obra Cartas filosóficas, en la que lleva a cabo una radical defensa de la tolerancia religiosa y la libertad ideológica, tomando como modelo la permisividad inglesa y acusando al cristianismo de ser la raíz de todo fanatismo dogmático. Por este motivo, se ordena su detención. Aunque sus ideas impregnan toda la filosofía de la Francmasonería, Voltaire no fue iniciado en ella hasta meses antes de su muerte, a título honorífico. Fue en una logia mixta Les Neuf Soeurs, el 7 de abril de 1778.
«Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres». Jean-Jacques Rousseau (1712 – 1778). Filósofo y botánico franco-helvético.
Profesor, copista y secretario político. Hizo amistad con el filósofo Diderot, quien le encargó escribir artículos sobre música para la Enciclopedia francesa en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, expuso su opinión de que la ciencia, el arte y las instituciones sociales han corrompido a la humanidad y que el estado natural, o primitivo, es superior, en el plano moral, al estado civilizado. En su tratado político El contrato social expuso argumentos para libertad civil y ayudó a preparar la base ideológica de la Revolución Francesa al defender la voluntad popular frente al derecho divino. En su estudio: Emilio, señala la importancia de la expresión antes que la represión para que un niño sea equilibrado y librepensador. Influyó en el romanticismo en literatura y en la filosofía de principios del siglo XIX. También tuvo que ver con la evolución de la literatura psicológica, la teoría psicoanalítica y el existencialismo del siglo XX, en particular en su insistencia sobre el libre albedrío.
«Del fanatismo a la barbarie no hay más que un paso». Denis Diderot (1713 -1784) Filósofo y escritor francés.
En el año 1747 fue invitado para editar una traducción francesa de la Enciclopedia inglesa de Ephraim Chambers. Gracias a la colaboración del matemático D’Alembert, fue capaz de transformar este proyecto en una inmensa obra de nueva redacción que abarcaba 35 volúmenes, Enciclopedia o diccionario razonado de las artes y los oficios, más conocida como la Enciclopedia. Se le unieron Voltaire y Montesquieu, y se comenzó a utilizar la Enciclopedia como una poderosa arma de propaganda contra la autoridad eclesiástica, la superstición, el conservadurismo y el orden semifeudal.
En 1759 los diez primeros volúmenes fueron eliminados por el Conseil du Roi, y prohibió la publicación de la obra. Denis prosiguió con su trabajo en los volúmenes restantes y logró imprimirlos en secreto. Los 17 volúmenes del texto se completaron en 1765, pero las ilustraciones y los suplementos no se añadieron hasta 1780.
«Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento». Montesquieu Charles-Louis de Secondat (1689 – 1755). Escritor y jurista francés.
Estudió leyes, ejerció de magistrado y desempeñó el cargo de consejero en el Parlamento regional, fue miembro de la Academia de las Ciencias de Burdeos. Su obra maestra es El espíritu de las leyes, que figura entre las tres principales de la Teoría Política. En este estudio analiza las tres principales formas de gobierno (república, monarquía y despotismo) donde sostiene que debe darse una separación y un equilibrio entre los distintos poderes a fin de garantizar los derechos y las libertades individuales. La mayoría de sus escritos fueron censurados por la Iglesia Católica e incluidos en el Index Librorum Prohibitorum, que indica los escritos catalogados como perniciosos para la fe. La doctrina de Montesquieu trata de mostrar que todo tipo de gobierno se concreta y se articula en un conjunto de leyes específicas, que se refieren a los más diversos aspectos de la actividad humana y constituyen la estructura del mismo gobierno. Estas leyes se refieren a: educación, administración de la justicia, lujo, matrimonio y, en fin, a toda la vida civil.
“La razón acabará por tener razón”. Jean le Rond D’Alembert (1717 – 1783). Matemático, filósofo y enciclopedista francés.
Destacó en matemáticas, física y astronomía. En su Tratado de Dinámica, enuncia la teoría conocida como el principio de D’Alembert, que expone: el resultado de las fuerzas ejercidas sobre un sistema es equivalente a la fuerza efectiva sobre todo el sistema. Se asoció con el enciclopedista Diderot para editar la gran Enciclopedia francesa, abandonó la redacción en debido a las presiones gubernamentales. A él se debe el intento de describir la historia del origen y desarrollo del saber humano, así como el de clasificar las ciencias partiendo en lo fundamental de los principios de Francis Bacon. Según D’Alembert, el pensamiento no es una propiedad de la materia, de ésta no depende la existencia del alma. También negaba la posibilidad de llegar al conocimiento de las cosas. En contraposición a otros enciclopedistas franceses, afirmaba que la moralidad no era condicionada por el medio social. Reconocía a Dios como sustancia formadora.
Conclusión
Algunos estudiosos del siglo de las luces, sostienen la tesis de que habría una plena identificación entre las doctrinas postuladas por los filósofos y los enciclopedistas, con las logias masónicas. Así por ejemplo, Deschamps estima que ya en 1721 habría comenzado la difusión de los postulados masónicos modernos por toda Europa; principalmente en ciudades como Dunkerque (1721), Mons “La logia de la perfecta unión”, (París) (1725), Sajonia (1730), Bordeaux (1739), Havre (1739), Hamburgo (1733), Nápoles “Gran logia nacional” (1756), y la “Gran logia Española” (1760).
Deschamps, atribuye también explícitamente, una suerte de hegemonía de la conducción política en la marcha misma de la Revolución Francesa. De este modo, los logros de la revolución, habrían estado en proporción directa a la difusión de las ideas masónicas. Ahora bien, a juzgar por la autoría de las ideas referentes a la transformación social, durante la segunda mitad del siglo de la ilustración; es efectivo que la francmasonería toma parte activa en la Revolución Francesa. Empero, resulta un poco apresurado concluir una proporción tan equivalente entre difusión de la masonería y el devenir de la revolución.
Independientemente de si se comparta a no la tesis de la identificación entre filósofos, enciclopedistas y logias masónicas; llama la atención, la fuerte vinculación de autores del siglo XVIII relevantes en lo científico, político y cultural, con las actividades masónicas de su tiempo.
En nuestro continente, estas nuevas ideas desembocaron en: cambios culturales, sociales, económicos y políticos culminando con la independencia de las colonias en América.
Os agradezco por vuestra atención.
He cumplido Pod.·. M.·:
M.·. Sec.·. Vladimir Aliendre
Campamento de Cochabamba, 8 de abril de 2016, e.·. v.·.
Bibliografía
Carpentier, Alejo. El siglo de las luces. Editorial Espasa-Calpe, Colombia, 2002, 417 pp.
Batllori, Miguel. La época de la Ilustración. Madrid: Espasa-Calpe, 1987-88.