Una banda cubre mi pecho, toca mi corazón. En ella, está marcado el lema de mi grado, Pro Patria et Populo, Por la Patria y por el pueblo. Me recuerda que debo concentrar mis esfuerzos en el “patriotismo desinteresado y la educación del pueblo”, así lo dice, al menos, el catecismo de mi grado. Pero, ¿qué significa esto?.
Recurro a mi liturgia, he aprendido, con el tiempo, que generalmente, las respuestas están allí, no hace falta buscar más lejos. Así que leo y releo mi librito café, estos pasajes llaman mi atención:
“…difundir entre los hombres el conocimiento de la verdad, liberando así al pueblo de la ignorancia, la superstición y el servilismo”.
“(en el juramento)…realizar esfuerzos al servicio de la instrucción del pueblo y contribuir por todos los medios a extirpar el error y propagar la verdad”.
Por el progreso y dignificación del pueblo. Por la luz para todos aquellos que se debaten en las tinieblas. Por la educación en la lucha contra la ignorancia y el error. ¡Lucharemos eternamente por estos ideales!.
Puedo ver que el pueblo, la humanidad, están referidos, también la misión de tomar acción para educar. Me pongo a pensar que quedan atrás los días en que era yo mismo el único material de trabajo. Mis acciones deben ahora, al parecer, extenderse a todos mis semejantes. Pero; como hago esto, si a duras penas y con grandes esfuerzos logro mínimos avances en mi propio desarrollo y en el control de mis prejuicios. Parece una tarea titánica, casi imposible.
A la vez, me siento incomodo ante la referencia a “patria”. No es acaso que el masón no tiene patria?, que se debe a todos por igual?, discriminar o favorecer basado en una mera coincidencia geográfica a la hora del nacimiento me suena extraño. Por qué este repentino enfoque en meras líneas en un mapa y han originado tantos horrores, odios, guerra y muerte?.
Mientras cavilo, miro la bibliografía del grado que he juntado y que yace sobre mi mesa, usualmente busco hacerme una idea propia sobre un tema antes de consultar otras voces que no sean la mía. Pero en esta ocasión me siento confundido y no logro aclarar mis pensamientos.
Por azar, de entre los textos amontonados, mis manos toman Moral y Dogma de Albert Pike, y me pongo a leer.
Las palabras de ese viejo masón confederado, que mora en el oriente eterno hace más de 100 años, me golpean con fuerza, debo hacer una pausa en la lectura para calmar la tormenta que se desata en mi pecho y en mi mente.
Encuentro una fuerte resonancia, entre los principios que se proclaman, y las preocupaciones que me atormentan.
Me permito parafrasear e hilvanar, algunos de los conceptos leídos:
La masonería, no es especulativa, no es teórica, es experimental. No es un sentimiento, es una práctica que requiere renunciación y autocontrol.
Existen masones que no hacen nada, no alcanzan ninguna victoria sobre ellos mismos, no hacen ningún progreso; todavía están en el rincón noreste de la logia, igual que cuando fueron colocados allí como aprendices. No cultivan la masonería de forma resoluta, determinada y regular. Su masonería está compuesta de sentimientos vagos e ineficaces, da resultados lamentablemente áridos; se nutre de palabras, retórica y finos ademanes.
La mayoría tienen sentimientos, pero no principios. Los primeros son sensaciones temporales, los segundos impresiones permanentes y directrices de bondad y virtud.
Aquí en la logia, la virtud y el vicio son únicamente cuestiones de reflexión y sentimiento. Los masones se aprestan con ligereza a la discusión porque saben que no tendrá consecuencias. En logia, es cómodo y seguro sentir sobre esas materias. De vuelta al mundo profano, todas esas sutiles emociones, se disipan, como una nube al amanecer.
El verdadero masón, considera un honor ser el instrumento del avance y la reforma y considera fatuo el disfrutar de todo aquello que el rango, el cargo y los altos títulos pueden proporcionar. Prefiere pasar su vida en la anónima oscuridad, alimentando su mente y dedicado a los buenos hechos y nobles acciones, antes que ser colocado en el más esplendido trono del universo, pero atormentado de la imposibilidad de cumplir con su deber. Porque para el masón, los deberes de la vida, son más que la vida misma.
Sabe, que el trabajo de la verdadera masonería, nunca es totalmente infructuoso. Es cierto, no todos podemos dejar lo mismo, pero podemos dejar algo, en correspondencia con nuestras proporciones y con nuestra clase. Los que no acometen el trabajo y parten sin dejar nada tras de sí, están muertos, son semillas de maíz marchitas, de las que no germina ningún brote.
Todo masón puede colaborar, y cada uno puede aportar y compartir la gloria del resultado.
La misión de la masonería, es favorecer al pueblo en general y mejorar su condición, y la labor más importante, es la de promover la educación. Un pueblo inteligente, conocedor de sus derechos, pronto será consiente de su poder y no podrá ser oprimido. La mejora de la masa popular, es la mejor garantía de la libertad del pueblo.
El masón sabe, que donde quiera que haya un pueblo que comprenda el valor de la justicia política y esté preparado para defenderla, esa es su nación; donde quiera que pueda contribuir a la difusión de estos principios y a la verdadera felicidad de la Humanidad. Allá estará su patria.
¡Defiende al débil contra el fuerte, al despreciado contra el poderoso, al oprimido contra el opresor!. ¡Mantente siempre vigilante y alerta de los intereses de tu nación!
Estas palabras resuenan aún en mi mente.
Somos maestros elegidos, el tiempo de la inacción (si es que alguna vez fue permitida) ha quedado atrás. No podemos guiar solamente con el ejemplo, es menester la acción decidida y directa.
¿Es difícil?, claro que lo es. ¿No sabemos siquiera por dónde empezar? sacudamos nuestra conformidad y nuestra pereza y tomemos el puñal para ejecutar la sentencia que la razón dicta contra la ignorancia, el error y la superstición.
Nuestra complacencia, nos lleva a proclamarnos masones tan solo por asistir a las tenidas, elaborar balaustradas llenas de florituras y palabras rebuscadas, que no reflejan ni contenido real, ni compromiso.
El puñal entregado, lo usamos muchas veces para herir a nuestros hermanos, a nuestros socios, a nuestros empleados e incluso a nuestras familias, incapaces de resistir nuestros peores impulsos.
Nuestra mirada se enfoca en dulces filosofías, que se vislumbran en el horizonte lejano de nuestros análisis, y no vemos la injusticia, la opresión y la miseria en la que está sumida nuestra patria, patria que ahora entiendo, se refiere al lugar donde nos toca actuar, implementando los principios de la masonería para la consecución de la felicidad en la humanidad.
Precisamente la ignorancia del pueblo, es la que domina nuestro entorno en este momento, y es la que lleva a la tiranía, al absolutismo, la intolerancia y probablemente a la miseria en el futuro cercano. ¿Que estamos haciendo como masones ante nuestra realidad?.
Es necesario, imperativo, rencontrar el fuego masónico en nuestro interior. Ese que sentimos en nuestra iniciación, ese que de vez en cuando arde dentro de nosotros al calor de la egregora en logia. Necesitamos atizarlo constantemente, con la voluntad de tomar acción decidida y constante, necesitamos que nos queme y consuma si osamos quedarnos inmóviles e inactivos.
Somos Maestros Elegidos, debemos luchar decididamente por nuestros ideales, sin descanso, para llevar la luz al corazón y al cerebro del pueblo.
El lema que atraviesa nuestro pecho no debe ser palabras vacias. Debe ser un grito que nazca desde el corazón. Una arenga, lanzada por cada uno y por todos, para actuar, para lanzarnos a la batalla.
PRO PATRIA ET POPULO!!!
Por la Patria y por el Pueblo!!!
M:. E:. Michel Pareja Roblin
Camp.·. de Cochabamba, 26 de Julio de 2017 e.·.v.·.
BIBLIOGRAFÍA
Pike, Albert (2009). Moral y Dogma Logia de Perfección. España: Editorial Masonica.es.
Supremo Consejo del Grado XXXIII para la República de Bolivia. Liturgia del Grado IX. Bolivia: Edición Reservada.